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350 páginas. 

Carlos Sabino era un joven argentino que quería acabar rápidamente con las miserias del mundo. Muy pronto se unió a las juventudes radicales del peronismo.
Soñaba con la revolución que el general les había prometido. En cambio, sus compañeros tomaron el camino de la guerrilla urbana y el terrorismo.
Ya sociólogo adiestrado, al llegar al poder Salvador Allende se fue a Chile para encontrar la realidad oculta detrás de los espejos. Mientras Allende hablaba de libertad y justicia, el país se caía a pedazos, y la sociedad, crispada, se preparaba para el enfrentamiento.
Desalentado, cruzó la frontera y se fue al Perú de Velasco Alvarado. Allí descubrió otra modalidad del desastre y del maltrato a las personas. Entonces marchó a Venezuela, convencido de que ni la teoría marxista ni el Estado voraz podían aportar solución a los problemas. Aún no sabía cómo ni con qué reemplazar la cosmovisión socialista que había impregnado los primeros treinta años de su vida. El reemplazo de su cosmovisión socialista llegó poco a poco.
Sabino, mientras enseñaba Sociología, se doctoró en Economía y por primera vez encontró una explicación racional al problema del subdesarrollo y la pobreza de los latinoamericanos: el débil tejido empresarial no creaba suficiente riqueza. Sólo barbarie y atraso podían esperarse en sociedades donde las libertades económicas y políticas eran mutiladas, sus instituciones republicanas, vulneradas y su estado de derecho, colapsado.

Todos Nos Equivocamos. Carlos Sabino

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Carlos Sabino era un joven argentino que quería acabar rápidamente con las miserias del mundo. Muy pronto se unió a las juventudes radicales del peronismo.
Soñaba con la revolución que el general les había prometido. En cambio, sus compañeros tomaron el camino de la guerrilla urbana y el terrorismo.
Ya sociólogo adiestrado, al llegar al poder Salvador Allende se fue a Chile para encontrar la realidad oculta detrás de los espejos. Mientras Allende hablaba de libertad y justicia, el país se caía a pedazos, y la sociedad, crispada, se preparaba para el enfrentamiento.
Desalentado, cruzó la frontera y se fue al Perú de Velasco Alvarado. Allí descubrió otra modalidad del desastre y del maltrato a las personas. Entonces marchó a Venezuela, convencido de que ni la teoría marxista ni el Estado voraz podían aportar solución a los problemas. Aún no sabía cómo ni con qué reemplazar la cosmovisión socialista que había impregnado los primeros treinta años de su vida. El reemplazo de su cosmovisión socialista llegó poco a poco.
Sabino, mientras enseñaba Sociología, se doctoró en Economía y por primera vez encontró una explicación racional al problema del subdesarrollo y la pobreza de los latinoamericanos: el débil tejido empresarial no creaba suficiente riqueza. Sólo barbarie y atraso podían esperarse en sociedades donde las libertades económicas y políticas eran mutiladas, sus instituciones republicanas, vulneradas y su estado de derecho, colapsado.