Paul Valéry (1871-1945) ha destacado la honestidad y el orden de la obra de Descartes. El libro que el lector tiene en sus manos prueba lo contrario desde su mismo punto de partida. Ni fue Descartes completamente honesto, ni fue ordenado en la exposición de sus ideas. Por el contrario, J. Maritein sostuvo que Descartes fue el filósofo de las grandes contradicciones. No obstante, el lenguaje del racionalismo es hoy filosófica, teológica y políticamente correcto. El racionalismo que derivó en el idealismo, en el marxismo y en el nihilismo, condujo hacia la actual crisis de la racionalidad política de Occidente. Esa crisis trajo consigo la crisis de la Fe Católica, más allá de las intenciones de Descartes. En suma, el racionalismo y sus formas derivadas contribuyeron por un lado, a introducir lo que podría llamarse el pecado filosófico y aun el teológico. Por el otro lado, esa completa devastación fue directamente funcional a la vigorosa re-potenciación del modelo teológico-político del Islam. La tesis que subyace en el presente libro puede resumirse así: Tan solo la rehabilitación del ordo politicus christianorum, estructurado a partir de las obras de Alberto Magno y de Tomás de Aquino, puede servir como base para una cabal refutación de la Teoría del Estado islámico, ofreciendo soluciones plausibles al problema actual de la Globalización y evitando toda derivación totalitaria, ya sea hacia el modelo neo-marxista, o bien hacia el totalitarismo teológico-político del Islam.