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Ordenado por la Junta, el Plan revolucionario de operaciones estaba destinado a unificar los objetivos revolucionarios y las estrategias para al alcanzarlos. Bajo esta mira, Moreno plasmó en él un programa para conseguir el objetivo último de la revolución: la libertad absoluta, consciente de que ésta reclamaba acciones extremas y, seguramente, antipáticas para muchos como ser «la conducta más cruel y sanguinaria con los enemigos». Es por ello que, cuando lo presentó a la Junta, Moreno le aclaró a su auditorio que no debía «escandalizarse por el sentido de mis voces, de cortar cabezas, verter sangre y sacrificar a toda costa. Para conseguir el ideal revolucionario hace falta recurrir a medios muy radicales».
El Plan revolucionario de operaciones es el escrito más representativo del pensamiento político y social de un autor que no sólo teorizó sobre la revolución, sino que la encarnó aún al costo de su propia vida.