«Tomo la pluma con tristeza para redactar estos pocos párrafos, que serán los últimos que yo dedicaré a dejar constancia de las singulares dotes que distinguieron a mi amigo el señor Sherlock Holmes» escribirá el acongojado doctor Watson al comenzar el relato de «El problema final». Watson pensaba guardar ciertos incidentes en su intimidad, pero la impertinente carta publicada en los periódicos por el coronel Moriarty pudo más que su proverbial pundonor, propio de un caballero británico.