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Las causas del progreso o decadencia no se vinculan en modo alguno a la existencia o agotamiento de recursos naturales en un territorio, ni a cuestiones culturales, raciales, religiosas o geopolíticas.
Las causas fueron y siguen siendo de corte netamente ideológico, pues las ideologías dominantes en cada sociedad resultan determinantes del sistema político, y este, determinante del sistema económico.
Decía Ortega y Gasset que se puede gobernar con la opinión pública y sin la opinión pública, pero nunca contra la opinión pública. David Hume señaló agudamente que la opinión pública es la ley de gravitación de la política universal. Esa opinión pública no es otra cosa que la ideología dominante que, a la postre, impone el modo de gobernar y hasta la misma naturaleza de los gobiernos.
Como bien dijo Ayn Rand, el liberalismo no creó la pobreza sino que la heredó. La humanidad vivió a lo largo de sus tres millones de años de existencia en la más abyecta pobreza, y tan sólo hace alrededor de trescientos años se descubrió el sistema que posibilitó la creación de riqueza y se dio origen a un mundo hasta entonces inconcebible. Ese sistema, emergente de las Revoluciones Gloriosa de Inglaterra de 1688 y Americana de 1776 con su Constitución de 1787, es el sistema liberal. Y nadie mejor que Ribas ha interpretado y enseñado al liberalismo, que no es una concepción económica de la vida, sino una concepción ética, filosófica y política con consecuencias económicas claramente exitosas.

Los Condicionamientos Éticos De La Libertad. Armando Ribas.

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Las causas del progreso o decadencia no se vinculan en modo alguno a la existencia o agotamiento de recursos naturales en un territorio, ni a cuestiones culturales, raciales, religiosas o geopolíticas.
Las causas fueron y siguen siendo de corte netamente ideológico, pues las ideologías dominantes en cada sociedad resultan determinantes del sistema político, y este, determinante del sistema económico.
Decía Ortega y Gasset que se puede gobernar con la opinión pública y sin la opinión pública, pero nunca contra la opinión pública. David Hume señaló agudamente que la opinión pública es la ley de gravitación de la política universal. Esa opinión pública no es otra cosa que la ideología dominante que, a la postre, impone el modo de gobernar y hasta la misma naturaleza de los gobiernos.
Como bien dijo Ayn Rand, el liberalismo no creó la pobreza sino que la heredó. La humanidad vivió a lo largo de sus tres millones de años de existencia en la más abyecta pobreza, y tan sólo hace alrededor de trescientos años se descubrió el sistema que posibilitó la creación de riqueza y se dio origen a un mundo hasta entonces inconcebible. Ese sistema, emergente de las Revoluciones Gloriosa de Inglaterra de 1688 y Americana de 1776 con su Constitución de 1787, es el sistema liberal. Y nadie mejor que Ribas ha interpretado y enseñado al liberalismo, que no es una concepción económica de la vida, sino una concepción ética, filosófica y política con consecuencias económicas claramente exitosas.