Envío gratis a todo el país a partir de los $70.000

111 páginas. 

Una consideración de sentido común nos dice que respecto a los asuntos públicos existe una constante distribución de poder. Albert Jay Nock advierte esto y afirma que de acrecentarse el poder social (que nos es otra cosa que el poder en manos de las personas), lo que disminuye es el poder estatal. Por el contrario, cuando más se acrecienta el poder del Estado, lo que disminuye es el poder disperso en manos de las personas, esto es, de la sociedad.

En este libro su autor analiza lo interesante de esta hipótesis, y esto es, nos dice, que en la actualidad colisiona con la hegemonía cultural imperante -zeitgeist instalado por intelectuales, políticos, comunicadores sociales y artistas-, según la cual y a diferencia de lo formulado por Nock, nada hay mejor que acrecentar el poder del Estado, pues solo así "el pueblo" se salva de los males y los enemigos externos esos mismos que generalmente se exhiben inaprensibles y abstractos.

La primera pregunta que entonces se hace el autor es: cuál es la razón de este cambio de filosofía? Es decir, este cambio de pensamiento. La respuesta está en el convencimiento colectivo que hoy muchos hombres han asumido, y que puede traducirse más o menos de la siguiente manera: "solo seremos libres si primero el Estado interfiere en nuestras vidas". De aquí que la predica cuasi-religiosa, sello de nuestra época, pasó a ser el polo opuesto a la fórmula de Nock: fortalecer el Estado es fortalecernos a nosotros mismos.

José Luis Jerez nos dice, aquí, no sólo que esta predica es falaz, sino que también es engañosa y perjudicial, tanto así que ha llevado a muchas personas a una suerte de reposo y de gandulería permanentes, a la espera y la inacción, en vez de a la búsqueda y a la acción. Es a este estado de situación al que el autor ha dado en llamar la atrofia generalizada.

La Atrofia generalizada. A donde nos llevo el populismo. José Luis Jerez.

$7.000,00
Envío gratis superando los $70.000,00
La Atrofia generalizada. A donde nos llevo el populismo. José Luis Jerez. $7.000,00
Entregas para el CP:

Medios de envío

  • Librería Libertatis Avenida Álvarez Thomas 524. Entre Olleros y avenida Federico Lacroze (Colegiales). Local a la calle. Lunes de 11:00 A 15:00. Martes a Sábados de 11:00 A 15:00. y de 16:00 a 19:00. Teléfono 11 27216342.

    Gratis
Compra protegida
Tus datos cuidados durante toda la compra.
Cambios y devoluciones
Si no te gusta, podés cambiarlo por otro o devolverlo.

111 páginas. 

Una consideración de sentido común nos dice que respecto a los asuntos públicos existe una constante distribución de poder. Albert Jay Nock advierte esto y afirma que de acrecentarse el poder social (que nos es otra cosa que el poder en manos de las personas), lo que disminuye es el poder estatal. Por el contrario, cuando más se acrecienta el poder del Estado, lo que disminuye es el poder disperso en manos de las personas, esto es, de la sociedad.

En este libro su autor analiza lo interesante de esta hipótesis, y esto es, nos dice, que en la actualidad colisiona con la hegemonía cultural imperante -zeitgeist instalado por intelectuales, políticos, comunicadores sociales y artistas-, según la cual y a diferencia de lo formulado por Nock, nada hay mejor que acrecentar el poder del Estado, pues solo así "el pueblo" se salva de los males y los enemigos externos esos mismos que generalmente se exhiben inaprensibles y abstractos.

La primera pregunta que entonces se hace el autor es: cuál es la razón de este cambio de filosofía? Es decir, este cambio de pensamiento. La respuesta está en el convencimiento colectivo que hoy muchos hombres han asumido, y que puede traducirse más o menos de la siguiente manera: "solo seremos libres si primero el Estado interfiere en nuestras vidas". De aquí que la predica cuasi-religiosa, sello de nuestra época, pasó a ser el polo opuesto a la fórmula de Nock: fortalecer el Estado es fortalecernos a nosotros mismos.

José Luis Jerez nos dice, aquí, no sólo que esta predica es falaz, sino que también es engañosa y perjudicial, tanto así que ha llevado a muchas personas a una suerte de reposo y de gandulería permanentes, a la espera y la inacción, en vez de a la búsqueda y a la acción. Es a este estado de situación al que el autor ha dado en llamar la atrofia generalizada.